miércoles, enero 31, 2007

Días verdes


Los días verdes como estos serpientes visitan mi ánimo, reyes sin cabeza aparecen en mis manos, y mis palabras... que secas mis palabras!
En días verdes se puede ver a través de la carne, corazones putrefactos en políticos, inocencia en corazones de niños, vació en aquellos charlatanes, tristeza en los silentes y belleza en lo ordinario del exterior.

Que alucinante este momento; los días verdes como estos me vuelvo tan solo un emblema del negativismo, y me veo tan sórdida, tan desubicada en la enorme plataforma del tiempo.

Como esperar tanto de quien no logra manipular sus recelos, es basto este momento, es cruel y prepotente. Giran giran sin cesar pensamientos, sonidos que vienen y van.

Los días verdes como estos las tarántulas calman a las desfloradas flores, y misteriosas manchas se posan en mi cuerpo, solo las gotas que caen de suelo en suelo aprecian este bello color negro.

Me retuerzo de desconsuelo, expira el espíritu que me sostiene
Ya no vale nada que decir, los asesinos andan sueltos y paradójicamente quien puede coser mis venas heridas fue quien me dio un beso mortal y devoró mi cuello.

Esta batalla continua ha cobrado muchos sentimientos, los ha aniquilado uno por uno, torturándolos sin resentimiento, y el campo de batalla es mi ánima tan turbia en los días verdes como estos. Mi equilibrio se desborda a la hora del pacto equitativo de emociones
Parece cumplir un alegato: el amor no se regala sin seguro de sollozos, el amor no basta para levantarte de la cama, el amor no basta para cumplir lo que deseas, el amor no basta para ser egoísta de tu alma.

Decido abrazarme cada crepúsculo, decido alentarme en mis vacíos, decido amarme por encima de todo; pero mi cuerpo es traicionero me abandona cuando mas lo necesito, se marcha sin escuchar mis gritos me deja mas sola que al principio, ni yo misma me tengo completamente, ni yo misma puedo reaccionar a mi estimulo.

Mecánica acción


Como unir palabras para formar una morada en donde te pueda recordar sin sufrir de añoranzas.
Corre pronto, oculta tus pasos bajo frondosos árboles.
Vuela alto para que mi alma se aferre a nubes y caiga en porciones junto a gotas de la brisa.
Te cedí mis ojos, mi pecho, mis manos, mis besos y tu los ocultas en tu almohada, los depositas en cajones relegados y yo buscándolos de noche caigo en abismos lejanos.
Eres la inmensidad del viento, eres la profundidad de los sueños, la lejanía de los seres, la esencia de mis ósculos, la repentina caída de mi tranquilidad.
Me guías a la belleza de la nostalgia, el silencio de la noche, la sensatez de la locura, la imagen del tiempo; permanezco en la cima del sentimiento desmenuzando mi inocencia, derrotando mis ideas de amor.
Muerdo mis labios para no llamarte, y sujeto mis brazos para no sostenerte, te acostumbraste a mi continuo parloteo, a mis progresivas caricias y a mi particular manera de besarte.
Te acostumbraste a no tomarme y a que te amara sin importar distancia, te acostumbraste a sentir mis labios en tu cuerpo y a detenerte cuando esperaba los tuyos en el mío. Y alimente tu costumbre, y cuide de es habito sin percatarme de mi destrucción.
Y mi tristeza se desborda cuando comprendo la inestabilidad de mis pasos, como un río cristalino, profundo y vació de substancia.
Ya oscilan tus manos al sentir cerca las mías, como no disiparme si me tienes a tu lado y parezco reflejo de tus actos. Buscas la dureza del ser, la superioridad de la amistad, solo para reflejar tu ambiguo y vago ser.
Mientras que aquellos que nos rodean siente el devenir de la catástrofe, mi optimismo en tí es tan inmenso como el cielo sobre el mar; y permanezco coqueteando con tu amor, sujetando tu orgullo.
Soy un pilar en tu vida: removible, permanente.
Han pasado mil llantos, se han esfumado mil palabras, han surgido mil lamentos y aun no comprendes que me palidezco.
Dime si te incito al poco tiempo, dime si te llevo al fin, parecen simplezas ante tu mente estéril.
Y si la complejidad de tu día a día se limita a la perfección, a la mecánica acción, solo permanezco para sostener tu mano, sin que adviertas que más allá esta mi vida y que precisa desvelo, el amor no vive de amistades, ni de tiempo y mucho menos de complejos, muere con la rutina se duerme con recuerdos.
Y aun sollozo queriendo volar y soñando comprendí que debo dejar que tus pasos sigan los míos y que mis palabras no deben alabarte, solo debo esperarte al borde del camino.